Darnos el permiso de estar mal por un tiempo es parte de la vida. Darnos cuenta de que somos vulnerables es parte de la humanidad. Eso sí, es importante observar que “estar mal” no sea una forma de vida
La vida no es de absoluto placer, a veces también tenemos momentos de drama y amargura. Aquí te decimos qué hacer con esos días en los que nada nos da ilusión.
Por Montserrat Rivera Sena
¿Te peleaste con tu pareja o tal vez terminaron? ¿Traes el corazón hecho cachitos? ¿Sientes tristeza, furia, frustración o soledad? A todas las personas nos sucede, pero casi nunca nos permitimos sentir esas emociones creyendo que pronto pasarán si nos distraemos con las actividades cotidianas o saliendo a divertirnos.
Además, las amistades, la familia y las redes sociales nos dicen: “tienes que estar bien”, “tú siempre puedes”, “muéstrale al mundo de lo que estás hecho”, “eres una guerrera”, y nos hacen creer que la única opción válida es “estar bien”.
Esto hace que además de cargar con las emociones que nos están atormentando, experimentemos la sensación de soledad, que nadie nos comprende o que no podemos expresar lo que sentimos.
En sus cursos, el psicólogo Valentín Méndez, fundador del Instituto de Ciencias para el Florecimiento Humano, dice que:
¿Qué hacer con las emociones que no nos gusta sentir?
Si tenemos malestar, hay que admitirlo en nuestra vida y darle la bienvenida. Aunque por un ratito queramos evadir, solo estaremos guardando ese malestar para más tarde, y en algún momento tendrá que salir, a veces como olla exprés y recargado.
Darnos el permiso de estar mal por un tiempo es parte de la vida. Darnos cuenta de que somos vulnerables es parte de la humanidad. Eso sí, es importante observar que “estar mal” no sea una forma de vida, si notas que llevas semanas o meses sin momentos de placer o bienestar, será necesario acudir con un o una especialista que pueda acompañarte en tu proceso.
Bienvenida la vida, bienvenida la libertad. Feliz nuevo comienzo.