La marcha que viví… una marcha de amor 8M

Por Montserrat Rivera Sena

Detrás de la marcha del 8M hay indignación, dolor, coraje y tristeza por el asesinato, desaparición y maltrato de mujeres, pero todas las que asistieron tomaron fuerza para abrazarse sin conocerse, sonreírse para darse contención y gritar cientos de veces: “no estás sola, no estás sola”.

“No estás sola”, el grito de la marcha

“¿Es mucho pedir que en mi casa se den que cuenta de que ahí estoy? y ¿será mucho pedir que dejen de tratarme como si fuera su esclava?”, reclamaba una señora de unos 65 años ante sus compañeras de marcha. Mientras otra lamentaba las mentiras y deshonestidad que vive todos los días por parte de su esposo; y otra mas pedía ayuda para encontrar un trabajo y tomar fuerza para dejar a su pareja que a diario la humilla y le dice que no sirve para nada.

Las compañeras abrazaban las historias que escuchaban mientras hacían algunos descansos y se sentaban a platicar, prender sahumerios, regalarse bebidas y alimentos. Un señor también se unió para platicar que lleva 3 años buscando a su hija. Todas las mujeres lo ‘apapacharon’ y lo hicieron saber acompañado.

“Somos la voz de todas”: quienes asisten al marcha

Solo en la Ciudad de México, unas 75 mil almas se unieron con cantos, bailes, gritos, lágrimas y oraciones. Muchas llevaban flores para regalarse unas a otras como muestra de admiración y apoyo. Otras, dejaban sus ramos en la que llamaron Glorieta de las mujeres que luchan.

En las orillas de las calles por las que pasaba la marcha, algunas mujeres con más timidez solo pedían a quienes marchaban: “griten más fuerte, yo aún no me atrevo, pero vayan y griten por mí y por mis hijas”. Y seguían avanzando los contingentes de niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y mayores, otras en sillas de ruedas, unas solas, otras acompañadas por toda su familia y hasta por sus perras.

Hombres en la marcha de mujeres por el 8M

Varios hombres se incluyeron y ayudaron a cargar cajas de agua, a sostener mantas y pancartas, ayudaron a las mujeres a seguir el camino cuando el sol y el cansancio las detenían. Se unieron con los cantos y las peticiones para quienes miraban a lo lejos o desde su ventana: “señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”. Y también saltaban con energía con el famoso “el que no brinque es macho, el que no brinque es macho”.

Ellas juntas parecían un solo corazón, donde lo único que podía percibirse era el deseo de todas para todas de una buena vida, de ser felices y no sufrir más. Creo que lo mejor de este movimiento, de esta “lucha”, ya se puede ver. Ayer no había rivalidad entre mujeres, había unión y compañerismo, e incluso muchos hombres lograron involucrarse, dejar de juzgar y moverse de la silla de los privilegios. Si quieres platicar sobre este y otros temas, escríbeme a mensajemontse@gmail.com o búscame en IG como montseriv https://instagram.com/montseriv?r=nametag