México enfrenta negación ante la situación de Doña Silvia Pinal

El regreso de Doña Silvia Pinal al teatro, ha causado mucha polémica, pues en los últimos días la actriz ha tenido problemas de salud. Algunas personas opinan que ya no es correcto que se esfuerce para estar en un escenario, otras aplauden su profesionalismo y sus ganas de seguir trabajando.

Tal vez, su familia, amistades, el público y los mismos medios de comunicación, nos estamos negando a aceptar que la diva del cine mexicano, ha cumplido 91 años de edad y ya no goza de buena salud, ni de la fuerza física con la que estábamos acostumbrados a verla en pantalla.

Y claro, es lo más normal, Doña Silvia ha vivido durante muchos años en los hogares de México y otros países, hemos sido testigos de sus éxitos profesionales y personales, de su historia completa. Admiramos su belleza física, su fuerza, su talento y ha sido inspiración para las mujeres. Hoy, la señora Pinal, me hace reflexionar sobre la fragilidad de la vida y del ser humano.

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Aquí nadie se escapa de envejecer como pasa con Silvia Pinal

No podemos escapar del envejecimiento, ni de la enfermedad ni de la muerte. Todos y todas llegaremos ahí en algún momento de la vida y es probable que no nos guste y hasta nos provoque un gran sufrimiento.

Hacemos lo posible para que el paso de los años no se vea en nuestra cara y cuerpo. Usamos cremas, tratamientos, cirugías, fajas,  pero tarde o temprano la edad se notará en cada parte del cuerpo e incluso en algunas conductas.

También, en algún momento, una u otra parte del cuerpo empezará a fallar, aunque siempre hayamos gozado de buena salud, hayamos hecho ejercicio y comido sanamente. Finalmente, un día moriremos y no habremos encontrado la fórmula de la eternidad.

La aceptación es la clave para no sufrir cuando pasemos por dichas circunstancias, ya sea en carne propia, o cuando veamos a nuestros seres queridos pasar por ahí. ACEPTAR que así será y no hay otra opción.

Abrazar a la muerte…Abrazar a la vida

• Mientras envejecemos más, enfermamos más y morimos, hay una vida para abrazarla. No esperemos más para disfrutar lo que nos apasiona hacer, para decir “te amo”, para perdonar o agradecer, para gozar realmente de los momentos que compartimos con otras personas, para saborear nuestros alimentos, para tomar la clase que siempre hemos querido tomar, para adoptar un gato o hacernos un tatuaje.

• Démosle la bienvenida a TODO. Dejemos de quejarnos por lo que no hay y por lo que sí hay. Aprendamos a vivir con las experiencias que se nos van presentando.

• Practiquemos estar presentes en el momento y el lugar en el que estamos. Dejemos de pensar en lo que haremos más tarde y de estar pegados a los dispositivos.

• Ocupémonos de darnos momentos de descanso, de tranquilidad, de paz. Eduquémonos para no sentir que todo el tiempo tenemos que hacer y hacer y hacer. Sentarnos a NO hacer, a veces es más productivo.

• Dejémonos sorprender por la vida, como si todo lo que nos sucede día a día fuera una novedad. Vivir creyendo que todo lo sabemos y que ya no hay nada nuevo por explorar, nos va secando el corazón.

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Por Montse Rivera

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