Un día tenemos la seguridad de que ya perdonamos, sentimos alivio y liberación, y al día siguiente volvemos a tener el mismo rencor de antes. Esto no es un retroceso o fracaso, solo es que no somos robots
Para perdonar no puedes esperar a que la otra persona cambie, el trabajo es contigo. Todos los beneficios que sentirás al liberarte y perdonar, serán para ti.
Por Montserrat Rivera Sena
Recordemos que perdonar a la persona que nos lastimó o nos agredió, no es reconciliarnos, ni volver a tener relación y tampoco olvidar. El perdón es un proceso interno para aliviar el dolor, el rencor y el odio, cuando alguien nos ha herido física o emocionalmente.
Pero ese proceso no es tan sencillo ni rápido como escribirlo. En el camino al perdón podemos encontrarnos con algunas dificultades, por ejemplo:
Un día tenemos la seguridad de que ya perdonamos, sentimos alivio y liberación, y al día siguiente volvemos a tener el mismo rencor de antes. Esto no es un retroceso o fracaso, solo es que no somos robots y cada día podemos sentirnos diferentes, y a veces, podemos regresar al NO PERDÓN sin torturarnos y sabiendo que es natural.
En muchas ocasiones, es tanto el dolor por el que hemos pasado que el corazón vuelve a cerrarse.
Otra dificultad es que solemos apresurarnos en el proceso y llegamos hasta la reconciliación sin asegurarnos de que la otra persona tiene disposición para volver a convivir y compartir; sin verificar que haya un “contrato” donde asegure que NUNCA volverá a cometer la acción que tanto daño nos hizo.
También puede suceder que ante el deseo de que la historia sea diferente, nos contemos una que nos guste más y nos olvidemos de la historia dolorosa que fue real.
Es importante encontrar el aprendizaje en cada experiencia, sí, incluso en las más dolorosas. Y en la medida de las circunstancias podremos tener mejores relaciones.
Bienvenida la vida, bienvenida la libertad. Feliz nuevo comienzo.
*Con información del Instituto de Ciencias para el Florecimiento Humano.