A veces nos cuesta mucho trabajo pensar en perdonar quizá porque creemos que es un símbolo de debilidad, que estamos perdiendo ante quien nos lastimó u ofendió o que “se está saliendo con la suya”.
Perdonar es uno de los mejores regalos que podemos darnos, nos devuelve la paz mental, la tranquilidad y la libertad.
Por Montserrat Rivera Sena.
¿Perdonarías que te mientan? ¿Una infidelidad? ¿Qué te hayan agredido física o emocionalmente? Ojalá que sí, porque cuando puedes perdonar a una persona, una situación o a la vida misma, te liberas de una “prisión interior”.
A veces nos cuesta mucho trabajo pensar en perdonar quizá porque creemos que es un símbolo de debilidad, que estamos perdiendo ante quien nos lastimó u ofendió o que “se está saliendo con la suya”.
Cuando vivimos experiencias desagradables o dolorosas, pensamos una y otra vez en lo que sucedió y entonces, volvemos a pasar por la misma vivencia todas la veces que pensamos en ella, sintiendo nuevamente el mismo dolor, el mismo resentimiento, el mismo enojo, los mismo celos, la misma frustración.
Esta tortura nos lleva a estar en una prisión interna en la que sentimos que vamos a enloquecer.
Este proceso es natural en el cerebro, sucede con la intensión de protegernos de que algo igual o similar nos vuelva a suceder. El problema es que cuando vivimos mucho tiempo en la prisión interior podemos “amargarnos” y dejar de disfrutar lo que tenemos en frente.
Es muy importante dejar claro que si en este momento tu integridad, tu seguridad o tu vida están en riesgo, si convives con quien te agrede, será mejor no trabajar perdón.
Antes, DEBES PONERTE A SALVO y luego de un proceso podrás llegar a perdonar.
Bienvenida la vida, bienvenida la libertad. Feliz nuevo comienzo.
*Con información del Instituto de Ciencias para el Florecimiento Humano.