Cuando me amo, me cuido. El amor propio es un proceso.

El amor propio es un proceso y nos puede llevar ¡TODA LA VIDA!

Se aprende de a poquito, cada día, con paciencia, sin presiones, cada quién con sus recursos, sus técnicas y sus propios conceptos.

Por Montserrat Rivera Sena

Por todos lados nos insisten con que debemos amarnos mucho. Yo misma me lo digo siempre y se lo recuerdo a quienes se dejan. La verdad es que no es nada fácil.

Nadie nos enseña a amarnos desde la infancia; todo lo contrario, nos adoctrinan para complacer a otras personas, a hacer lo que no nos gusta, a pertenecer a un grupo o a una sociedad completa. Dicen que nos enseñan a “hacer lo correcto”.

Pareciera que las personas adultas obligan a las infancias y adolescencias a convertirse en algo que no son, haciendo que al pasar a la edad adulta “nos odiemos” lo suficiente para tener vidas que nos llevan a la infelicidad. Y no, no lo hacen con malas intenciones, fue lo mismo que aprendieron para sobrevivir.

Cada historia es diferente. Que nadie te haga sentir mal por permanecer en situaciones en las que pareciera que no te amas, cada quien tiene su proceso.

Hay días que tenemos muchas conductas de amor propio, otros días no son así, pero seguimos en el aprendizaje. Poco a poco podemos construir la historia que si deseamos, a veces nos hace falta sentirnos sostenidas o acompañadas.

¿Qué me hace saber que me estoy amando?

• Entiendo que el mundo no se caerá si me detengo y cada día me doy un momento para mí. Me doy cuenta que no es irresponsabilidad o falta de compromiso con mis “obligaciones”.

Comprendo que es una necesidad que tengo y que si no la cumplo, todo lo demás saldrá mal.

• No trato de complacer ni de caer bien.
• No finjo sonrisas. Solo doy las sonrisas más honestas.
• No tengo miedo de estar sola y elijo estar sola porque me la paso bien conmigo.
• Elijo alimentarme consciente y sanamente.
• Hago ejercicio.
• Duermo las horas necesarias para mi descanso.
• Me alejo de programas de televisión, trabajos o personas que me hacen mal, me estresan y me enferman.
• Me hablo con respeto.
• Acepto cuando no soy bienvenida en un lugar y me retiro.

• Me voy de mesas donde ya no se sirve amor para mí.
• Busco aprender lo que me gusta. Me ocupo de mis intereses.
• Busco herramientas para sentirme en paz y con tranquilidad. Suelto la ira, el rencor y el odio.
• Dejo de intentar adaptarme a lo que no va con mi esencia.
• Dejan de importarme las opiniones y comentarios de las y los demás.
• Me alejo de personas que me hacen daño y que no tienen la disposición para reparar lo que hicieron.
• Me doy permiso de ser quien soy.
• Puedo perdonarme y entenderme con autocompasión.
• No me juzgo ni me culpo con exigencia.

¿Tú te estás amando?

No importa lo que hayamos hecho o permitido en el pasado, no fue nuestra culpa.

No teníamos herramientas para hacerlo diferente. Quizá hoy ya podemos irnos transformando, cuidarnos y amarnos como lo haríamos con nuestro más valioso tesoro.